El sello Zaldívar en la hora de los acuerdos
La abogada tenía el perfil exacto para el desafío, valorada transversalmente por su capacidad para tender puentes. Así se lo dijo el propio mandatario cuando le pidió que asumiera como ministra del Trabajo.
Fuente: Diario FinancieroPublicado el 25 de noviembre de 2019.Desde su designación como ministra del Trabajo y Previsión Social, a fines de octubre, María José Zaldívar ha mantenido un ritmo vertiginoso, saltando de una reunión a otra, corriendo entre Santiago y Valparaíso, escuchando propuestas y respondiendo consultas hasta altas horas de la madrugada. Hoy, su cartera está al tope de las prioridades definidas por el Presidente Sebastián Piñera, quien puso la reforma previsional como base para un nuevo pacto social.
Valorada transversalmente por su capacidad técnica y un talento para lograr acuerdos, la exsubsecretaria de Previsión Social tenía el perfil para el desafío, dicen quienes la conocen. Y así también se lo dijo el propio mandatario cuando le pidió que asumiera el cargo, reconoce ella.
Y hasta ahora ha cumplido, porque la nueva ministra jugó un papel clave en lograr el acuerdo que se anunció en la madrugada del jueves para fortalecer el pilar solidario.
Abogada de profesión, al igual que su padre, el fallecido senador Adolfo Zaldívar, la secretaria de Estado asegura que nunca ha aspirado a entrar en la política porque lo suyo es el servicio público.
- Muchas personas destacan su capacidad para trabajar en equipos y tender puentes. ¿A qué lo atribuye?
- A que tengo muy claro que si se quiere dialogar de verdad, se tiene que hacer en un plano horizontal, reconociendo que el otro parte del mismo punto de buena fe. Cuando supones que el otro tiene intenciones ocultas se hace muy difícil acercar posiciones. Quizás sea ingenua, pero creo que en nuestro país, en general, todos queremos que Chile sea mejor. Tenemos distintas visiones de ese Chile y distintos caminos para alcanzarlo, pero si doy a la opinión del otro el mismo peso que a la mía, es más fácil lograr un acuerdo.
- Y aparentemente ha encontrado buena acogida en su contraparte...
- He tenido mucha suerte porque siempre los he visto abiertos e interesados en las explicaciones técnicas que entregamos. Cuando recibimos sus planteamientos y les explicamos las limitaciones o las repercusiones negativas que pueden tener vamos construyendo algo mejor.
"Acepté porque es un momento histórico"
- ¿Qué mensaje le dio el presidente?
- Para mí fue muy significativo que él reconociera que la razón por la cual me estaban llamando no era solo por los conocimientos técnicos, que muchas otras personas también tienen, sino porque él creía que yo podía aportar desde esta apertura al diálogo. Fue muy gratificante que validara esa característica que para mí es muy importante.
- ¿Dudó en aceptar?
-Lo primero que hice fue hablar con mi marido porque era una decisión de familia, que lo involucraba a él y a mis hijos. Después de hablarlo y que me diera todo su apoyo, recién dije que sí estaba disponible. Al revés, si no hubiera sido una situación como la que estábamos viviendo, ni siquiera se me habría ocurrido aceptarlo, porque jamás he buscado tener una posición política ni me visualizo en esto. Acepté precisamente porque es un momento histórico en el que puedo contribuir a tener una sociedad que sea más justa.
- ¿Histórico en qué sentido?
- En que se están reestructurando no solo las demandas sociales, sino algo mucho más profundo que son las bases de nuestra sociedad. Llegamos a este punto por una absoluta falta de tolerancia y exceso de prejuicio. Nosotros catalogamos a todas las personas. Se asume que por ser distinto no puede aportar nada, cuando precisamente el que es distinto a mí es el que puede enriquecerme más.
"Nunca imaginé la magnitud"
- ¿Cómo reparte ahora su jornada?
- Yo no me pierdo en que lo primero que soy es que un ser humano con muchas dimensiones y tengo que darle tiempo a cada una. Estas semanas he tenido que sacrificar mucho de eso porque hay una situación de emergencia.
- ¿Y en la oficina?
- En permanentes reuniones con parlamentarios de todos los sectores y técnicos de gobierno y oposición. El martes, la primera reunión partió a las siete de la mañana y terminamos a las doce de la noche. Me reuní con todas las centrales de trabajadores. Fueron encuentros súper productivos. Lamentablemente la CUT no quiso venir. Mi idea es juntarme también con representantes de los empleadores. Además hay que entender que en el Ministerio del Trabajo no solo vemos la reforma previsional, sino que también otra serie de materias.
- ¿En quién se está apoyando?
- Tengo la suerte de que el equipo del ministerio es súper potente y está muy afiatado. Para mí son clave Alejandro Charme, Mónica Titze, Agusto Iglesias y Úrsula Schwarzhaupt. Y por supuesto también mi marido, que es uno de mis mayores apoyos porque tiene una mirada entre crítica y colaborativa que me abre muchas luces.
- ¿Cómo vivió el 18 de octubre?
- Yo estaba en una actividad y justo me tocó intervenir. Recuerdo haber dicho que esto era un llamado de atención de algo que estaba pasando mucho más profundo y que nos obligaba a todos a hacernos cargo de buscar una solución a los problemas reales de las personas. Nunca imaginé la magnitud. Todos los que estamos en el tema de la seguridad social teníamos claro que había un problema grave. Cuando se ve el promedio de remuneraciones en Chile y la pensión promedio, y por otro lado toda la presión por el consumo y el endeudamiento, era fácil pensar que había un gran malestar.
- ¿Sintió miedo en algún minuto?
-El primer incendio de la torre Enel fue muy impactante, pero más que miedo me dio mucha impotencia de cómo no nos dimos cuenta antes de cómo estaba sufriendo el país y no tomamos medidas para hacernos cargo de esta acumulación de situaciones que claramente no respondían a un hecho puntual. No era un simple desahogo, sino algo mucho más fuerte.
- ¿Cree que lo peor ya pasó?
- Como licenciada en Historia sé que uno solo puede analizar estas cosas cuando ha pasado más tiempo, y hacer análisis en este minuto es muy complicado porque se corre el riesgo de minimizar lo que estamos viviendo. Hay que tomar decisiones enfrentando el momento y tratando de darle una solución bien en concreto, sin pensar que ya terminó. Un proceso histórico de esta magnitud realmente lo vamos a poder comprender en su totalidad en mucho tiempo.
"Lo que se viene va a ser muy complejo"
- Más allá de la dificultad para alcanzar acuerdos, el tema de las pensiones plantea un dilema de compleja solución. ¿Cree que la reforma ahora sí pueda traer una respuesta definitiva a este dilema?
- El tema de las pensiones tiene que estar continuamente en revisión. El gran problema que tuvimos es que una política que se instauró en los años '80 no volvió a ser revisada hasta 2008 y luego, desde 2008 a la fecha, no le hicimos ningún cambio significativo. Y eso no puede ser. Los parámetros sobre los cuales se construyó el sistema cambian tan rápidamente que hace imposible asegurar un resultado si no se incorporan permanentemente estas modificaciones.
Lo segundo es que ya tenemos súper claro que un sistema de ahorro individual basado solo en el esfuerzo del trabajador no funciona. En 2008 el Estado comenzó a aportar de manera significativa a través de un pilar solidario, pero tampoco funcionó. Tenemos entonces ahora que incorporar un nuevo pilar que sea financiado por el empleador, porque en todas partes esto es así y es muy importante que el empleador también participe en el esfuerzo para ayudar a la pensión de su trabajador. Y claramente tenemos que tener también una parte solidaria dentro de lo contributivo, porque sólo así vamos a poder llegar a las pensiones de la clase media.
Si hacemos esto en el corto plazo vamos a mejorar todas las pensiones de los actuales jubilados, no solo las del pilar solidario, sino también de todos aquellos que no están recibiendo aportes del Estado. Pero si creemos que con este cambio vamos a solucionar el problema para los próximos 100 años estamos equivocados.
- ¿Si se alcanza una solución satisfactoria a las demandas, terminarán las protestas violentas?
- En la medida que todos los chilenos sientan que sus demandas están siendo consideradas va a cambiar el clima y un importante grupo de personas que hoy está en la calle con demandas pacíficas va a reaccionar de manera distinta. Con respecto a la violencia, el tema es mucho más grave, porque son personas que durante su vida no han tenido una serie de elementos de contención y no hay una solución específica a sus problemas, que son mucho más profundos y no tienen que ver con una demanda social puntual, sino que son resultado de lo que les tocó vivir y de lo que como sociedad les dimos.
- Y si no se logran soluciones satisfactorias...
- Eso simplemente no es una opción. Todos tenemos que volver a construir un nuevo pacto social. Nadie se puede restar. Esto no es un tema de políticos, de gobierno u oposición. Es de cada uno de nosotros.
- El acuerdo constitucional produjo una mejora en el sentimiento que ayudó a atenuar las proyecciones más pesimistas sobre el impacto de la crisis en el empleo. Pero esto está recién empezando y ahora habrá que discutir qué se va a poner en esa constitución. Hay mucha incertidumbre. ¿Cuál será el efecto en el empleo?
- Independiente de que hasta ahora no hayamos visto una situación muy alarmante en las cotizaciones, sabemos que la crisis tendrá un gran impacto en la economía, especialmente en el comercio y el turismo, y a eso se suma el costo de la reconstrucción. Por eso tendremos que estar monitoreando permanente el mundo del trabajo. Lo que se viene va a ser muy complejo.
A lo mejor no de la misma magnitud que lo que se proyectó al comienzo, pero estamos mirando la situación con preocupación y el Estado será clave para apoyar a las PYME y generar dinamismo. Pero insisto en el papel de cada uno. Tenemos que dar señales de estabilidad y el gobierno y la oposición deben mantener abiertas las vías de acuerdo. Tendremos muchas diferencias, pero es muy distinto cuando se tratan con altura de miras o se busca sacar ventajas políticas chicas. Tenemos que jugarnos por mantener un buen tono, porque eso va a irradiar hacia abajo y entregar confianza.
- ¿Qué espera de los empresarios en Chile? ¿Cuál fue su responsabilidad?
- Será fundamental entregar mejores trabajos, con mayor estabilidad, mayor protección y mejor trato. Así como tenemos buenos empleadores, todos hemos visto casos que no deberían ocurrir y que generan frustración. Cuando ahora anuncian alzas de sueldos es positivo, pero uno se pregunta por qué no lo hicieron antes. La gran mayoría de los empleadores en Chile son pequeñas y medianas empresas que están muy apretadas, pero las empresas más grandes podrían haberlo hecho antes. Cuando una empresa grande subcontrata, no solo tiene que preocuparse de las condiciones de sus trabajadores directos, sino también de los subcontratados.
- Esta crisis se produce en un momento en que el mercado laboral estaba pasando por circunstancias complejas, con los empleadores recurriendo crecientemente a la subcontratación y la automatización. ¿Le preocupa que eso pueda profundizarse ahora?
- Hay ciertos cambios que son inevitables producto del desarrollo tecnológico y ahí lo que se tiene que hacer es apuntar a la conversión y a generar otras fuentes de trabajo. Pero claramente hay un riesgo si nuevamente pensamos que podemos mantenernos al margen porque a mí no me afectó. Son fundamentales los llamados que han hecho los mismos empleadores a ser parte de la solución.
Fuente: Diario Financiero
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