Benito Baranda: "No puede ser que se defina un ingreso mínimo garantizado de $ 350.000 y al final le queden a las personas $ 290.000"
Vicepresidente de América Solidaria hace una reflexión desde su ámbito de acción que es la desigualdad y advierte que en este tema la discusión debe centrarse en responder ¿cuál es el salario digno que no lo haga vivir bajo la línea de la pobreza? y critica la fórmula presenta por el gobierno.
Fuente: Diario FinancieroPublicado el 22 de noviembre de 2019.Tres reflexiones hace el vicepresidente de América Solidaria, Benito Baranda, luego de transcurrido un mes del conflicto social en el país. Lo primero, enumera, es que hay que hacerse cargo adecuadamente del tema del bienestar o, de lo contrario, la explosión se repetirá; segundo, reafirma su visión expuesta hace unos años, de avanzar hacia la construcción de ciudades más inclusivas; y, tercero, un punto que cree ha estado ajeno a las conversaciones y a la agenda, es la "ausencia tremenda y un abandono muy grande de los niños y jóvenes de nuestros barrios marginales".
- ¿Ese abandono en qué se traduce?
- En el Sename hay un abandono grande, escasez de recursos, escasez de servicios. Pero cuando uno se mete en nuestras poblaciones, los niños y los jóvenes que no están yendo a la escuela, los más grandes que no están trabajando, te das cuenta que tienen una frustración existencial gigantesca y son terreno fértil también para comportamientos antisociales, para que se metan en grupos de traficantes o pandillas.
- ¿Por qué cree que está ausente de la agenda social?
- Eso ha estado muy ausente de las conversaciones, porque es un grupo que presiona desde el caos, desde el saqueo, desde la destrucción y, a lo que llama, es a una mayor represión por el daño que provocan.
Desde los marxistas hasta los capitalistas ven en ellos algo negativo para la sociedad y no un espacio donde habría que trabajar distinto desde el mundo educacional, desde el mundo local para involucrar a esos niños y niñas a esos jóvenes, hombres y mujeres, dentro de lo que es la sociedad. Ese esfuerzo hoy no existe, no hay recursos casi para eso.
Hoy las escuelas de rezago escolar reciben una subvención miserable siendo que tienen que trabajar con niños y niñas que tienen altos trastornos de aprendizaje.
Ese es un ámbito que va a costar que esté presente porque no son grupos de presión, ellos presionan desde la destrucción, la rabia, las barras y cuesta mucho verlo porque no te reporta mucho beneficio en el voto, no te reporta un beneficio inmediato en estas candidaturas políticas, pero es algo en que venimos insistiendo hace muchos años y en donde, en general, los gobiernos han hecho poquísimo.
- Tomando su primera reflexión ¿cuál es su opinión sobre la figura de ingreso mínimo garantizado?
- Es una mala fórmula porque esto lo podrías haber resuelto si se hubiese trabajado desde los años '90, cuando se subió el salario mínimo desde $ 18.000 a $ 26.000 hacia un salario que se aproxime a la línea de la pobreza. Si se hubiese hecho, el mercado lo habría asumido así y hoy no tendríamos ningún problema.
Seguramente, habríamos mejorado la productividad, la satisfacción laboral, no estaríamos con personas en pobreza o extrema pobreza trabajando. No tuvimos la seguridad ni la rigurosidad para trabajarlo en ese momento.
- ¿Cuál sería la fórmula?
- Hoy las personas tienen que sentarse y decidir cuál es el salario digno para una persona que trabaje en Chile jornada completa; cuál es el salario digno que no lo haga vivir bajo la línea de la pobreza. Eso lo tienen que hacer ya el Estado, los empresarios... si no lo pueden hacer hoy día, lo tienen que hacer el próximo año. Si no lo hacen, va a haber un reventón social gigante porque las personas ya tienen conciencia de esto, ya saben que se pueden movilizar y eso no tiene que estar amparado con subsidios o transferencias del Estado.
Eso puede ser circunstancial, porque se necesita resolver en un momento de crisis, pero no puede ser así.
Tiene que haber un acuerdo progresivo por supuesto, racional, en que se sienten las personas y eso es lo que esperamos que vaya ocurriendo ahora. Que no hablemos más del bruto sino que del líquido. No puede ser que le definas un ingreso mínimo garantizado de $ 350.000 y, al final, le queden a las personas $ 290.000.
- En estas semanas se ha escuchado mea culpa de diversos actores y gobierno propuso un ingreso mínimo, pero no se mencionan propuestas para subir el sueldo mínimo y ligarlo a la línea de la pobreza. ¿Usted cree que hay un cambio efectivo en la manera de abordar esto?
- Hoy es un momento muy propicio para discutirlo, porque uno puede abrir estos temas sin que lo acusen de ser un marxista leninista, porque lo discutes desde la realidad existencial de las personas, desde el dolor de la gente, de lo mal que está viviendo la gente.
Si no hacemos esta reflexión ética, hoy día en un momento de crisis, ¿cuándo la vamos a hacer?.
- ¿Pero usted cree que están las voluntades?
- Pero claro, la gente está preocupada hoy. Tengo mucha gente que me invita a conversar sobre estos temas desde sectores populares, desde organizaciones sociales también de organizaciones empresariales. Están preocupados, porque generó un alto grado de preocupación lo que está ocurriendo en Chile, porque se pensó que esto estaba más o menos en la senda correcta. Y cada vez que decíamos que había dificultades, éramos mirados con un poquito de sospecha, como personas que estábamos metiendo ruido en medio de un momento de tranquilidad y desarrollo.
- ¿Ve que hay voluntad política para avanzar?
- Hoy sí, porque hay mayor permeabilidad para reflexionar acerca de esto y para poder conversarlo abiertamente.
- Entonces, usted está optimista de lo que pueda ocurrir.
- Yo estoy trabajando para eso. Si trabajo, quiere decir que estoy optimista. Estoy destinando mi energía, inteligencia y voluntad con un grupo grande de gente para que efectivamente esto se tome conciencia y producto de la toma de conciencia uno pueda hacer modificaciones sustanciales que a lo mejor no las vamos a disfrutar hoy, pero sí la va a poder disfrutar la generación venidera en 20 ó 30 años.
Fuente: Diario Financiero
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