La mitad de los cotizantes en Chile gana menos de $550 mil
Cecilia Cifuentes: "La respuesta para mejorar remuneraciones implica fortalecer a la empresa privada, fomentar la formalidad laboral, mejorar la política de capacitación y buscar un mayor crecimiento económico".
Fuente: El MercurioPublicado el 04 de junio de 2019.Esta información de ingresos laborales, que fue titular de este medio la semana pasada, siempre llama la atención, probablemente porque la realidad que viven sus lectores es bien distinta. Pero es la realidad, los sueldos en Chile son bajos para la gran mayoría de trabajadores, especialmente frente a la aspiración de ser un país desarrollado. Más grave aún es que esa cifra corresponde a los cotizantes de seguridad social. Para el total de ocupados, que incluye a los informales, el resultado es más alarmante aún; de acuerdo con la Encuesta Suplementaria de Ingresos de 2017, la mitad de los ocupados gana menos de $380.000 (traído a moneda de hoy son cerca de $400.000).
Lo primero que se puede afirmar entonces es que los trabajadores formales tienen en promedio una situación mucho mejor que la de los informales (el sueldo promedio de los cotizantes es cercano a $800.000, mientras que el promedio de los cuenta propia es de $330.000), y por lo tanto las políticas que fomentan la formalidad son bienvenidas. Cuidado entonces con los impuestos al trabajo formal que suele proponer el mundo político, ya que agravan el problema. Otro dato que llama la atención es que, dentro de los trabajadores que cotizan, hay un 12% (casi 600.000 trabajadores) que lo hace por un ingreso inferior al mínimo, y que, por ende, trabaja una jornada inferior a la legal. Mayores condiciones de flexibilidad en los contratos también podrían ser una ayuda para este grupo.
¿Por qué tantos trabajadores en Chile ganan tan poco? Los sueldos son bajos porque la productividad laboral también lo es. Los datos de la OCDE muestran que tenemos una enorme brecha respecto de ese grupo de países, el PIB chileno por hora trabajada es de US$ 24 (medido a PPC), en comparación con un promedio de US$ 57 para la OCDE, y de US$ 86 para Irlanda, país líder en la materia (Irlanda realizó una profunda reforma de libre mercado en los últimos 20 años). Una de las causas principales de esta brecha es la calidad del capital humano; es decir, la educación. No debemos olvidar que un 63% de los ocupados en nuestro país no tiene ningún tipo de educación superior y que casi un 20% (1.580.000 trabajadores) no terminó el colegio. La vía principal para que estos grupos mejoren su productividad es la capacitación laboral, tema que lleva muchos años postergándose, y debería ser la primera prioridad de una agenda de desarrollo con equidad. Por otra parte, la relación entre la productividad y el crecimiento del PIB es evidente. Entre 1986 y 2013, la productividad por hora trabajada en Chile creció a un ritmo promedio anual de 3,3%, mientras que entre 2014 y 2017 lo hizo a algo menos de 1% ¿La meta del gobierno anterior era disminuir la desigualdad? ¡Parece que equivocó el camino!
Miremos también el lado medio lleno del vaso; hemos logrado una mejoría importante en las últimas décadas. Entre 2010 y 2017 el ingreso promedio de los ocupados en Chile subió un 23,4% real, especialmente el de las mujeres, que se elevó un 29% real. La situación de los cotizantes al seguro de cesantía ha mejorado mucho más, con un aumento del ingreso promedio imponible de 42% real en la última década; por lo tanto, no solo las empresas formales pagan más, sino que también posibilitan una mejoría mucho más pronunciada de la situación de los trabajadores. Otra razón más para que las políticas públicas se orienten a favorecer el desarrollo de las empresas, el camino más efectivo para mejorar la situación de los trabajadores.
La respuesta entonces para mejorar remuneraciones implica fortalecer a la empresa privada, fomentar la formalidad laboral, mejorar la política de capacitación y buscar un mayor crecimiento económico. ¿Es suficiente? Probablemente no, ya que la automatización hace el camino más difícil aún. Se necesita eso mismo, pero en mayor grado aún, y también adecuar la regulación laboral a los nuevos vientos que corren. Estos temas forman parte de la agenda del actual gobierno. Necesitamos que el resto del mundo político se vuelque hacia lo que realmente permite que los trabajadores chilenos ganen más, y no tengamos que espantarnos cada vez que los medios nos muestran las estadísticas.
Fuente: El Mercurio
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