Cómo funciona el modelo finlandés que ha permitido reducir la población nini
Un programa para ofrecer empleo, prácticas y asesoramiento a jóvenes inactivos dio paso a una iniciativa que hoy se aplica en toda la Unión Europea. En Chile se ha intentado combatir el fenómeno nini, pero sin éxito.
Fuente: DFPublicado el 04 de octubre de 2022.El fenómeno NINI, como es conocida la situación en que jóvenes ni estudian ni trabajan, no es nada nuevo y tampoco es exclusivo de Chile. Es más, se da en todos los países.
Finlandia es uno de ellos. Con el objetivo de reducir el tiempo en que sus jóvenes estaban inactivos luego de finalizar sus estudios, lanzó a fines de la década de 1990 la primera versión del programa de garantía juvenil que, a la fecha, ha sido reformado en varias ocasiones.
El modelo, similar al de otras naciones nórdicas y que inspiró a la Unión Europea (UE) a replicarlo entre sus Estados miembros, estaba dirigido a desempleados menores de 25 años.
El programa mandataba al Ministerio de Empleo y Economía de ese país a elaborar un plan de desarrollo personal a cada joven en busca de empleo, una evaluación de sus necesidades y ofrecerle un trabajo, un lugar de estudio u otra medida para ayudar en su búsqueda, como prácticas o asesoramiento.
El costo del desempleo, aunque sea poco tiempo
Janne Savolainen, actual coordinador del programa finlandés, comenta que durante la década de los 2000, estudios en ese momento sugerían que incluso un período corto de tres meses de desempleo pasivo tiene un efecto negativo en la probabilidad de que los jóvenes encuentren un lugar sostenible en el mercado laboral.
En una segunda fase del modelo, Savolainen señala que los esfuerzos apuntaban a aumentar la cooperación entre los diferentes sectores que ofrecían estos servicios, con el fin de centralizar la oferta.
"Podríamos decir que hoy vivimos en una tercera fase de Garantía Juvenil. Por el momento, la parte central es lo que llamamos One-Stop-Shop (ventanillas únicas)", afirma. Finlandia cuenta con alrededor de 70 ventanillas únicas en todo el país que ofrecen apoyo multiprofesional a la juventud. Los centros cuentan con profesionales de trabajo juvenil, proveedores de educación, trabajo social y salud.
Además de los servicios públicos, estos dan una plataforma para las ONG y también para las empresas privadas. "Los One-Stop-Shops tienen como objetivo ofrecer un entorno seguro y acogedor para los jóvenes que los aliente a resolver sus desafíos", sostiene el coordinador finlandés.
Si bien desde su implementación los datos muestran altos y bajos en la cantidad de ninis, desde 2015 se aprecia una caída sostenida de esta población en Finlandia, sin contar el retroceso que experimentaron durante la pandemia del Covid-19.
Al consultarle si este modelo podría ser aplicado en otros países fuera de la UE, Savolainen señala que se debe tener en consideración una serie de factores.
En primer lugar, dice que los jóvenes deberían participar en el diseño de este tipo de prácticas y en todo el proceso de aplicación. También afirma que el programa consiste en "cambiar la cultura de trabajo de lo que viene haciendo, lo que requiere tiempo y recursos con profesionales aptos e involucrados en el proceso", señala.
"Un error que cometimos durante el proceso fue que incorporamos a investigadores muy tarde. Ellos deberían participar en la primera fase para que podamos entender el impacto de este tipo de medidas", dice Savolainen.
Alcance de más de 24 millones de jóvenes
El programa Garantía Juvenil es una iniciativa impulsada por la UE y sus Estados miembros en respuesta a la crisis económica y a la tasa de desempleo juvenil (entre las personas de 15 a 24 años), que aumentó hasta un nivel muy elevado del 24,4% de media y más del 50% en países como Grecia (55,9%) y España (52,9%) en 2012, según datos de Eurostat.
La iniciativa busca garantizar que todos los menores de 25 años reciban una oferta de empleo de calidad, educación continua, aprendizaje o prácticas en máximo cuatro meses desde que abandonan la educación formal o pierdan su empleo.
Desde su adopción en 2013, el programa, junto con el financiamiento europeo, como el Fondo Social Europeo (FSE), ha creado millones de oportunidades para los jóvenes y ha causado un replanteamiento de los servicios públicos de empleo y de los sistemas educativos en muchos Estados miembros en lo que respecta a la prestación de apoyo a los jóvenes.
Más de 24 millones de jóvenes que se inscribieron en los sistemas de Garantía Juvenil aceptaron una oferta de empleo, educación continua, aprendizaje y prácticas.
El proyecto, que en 2020 fue ampliado debido a su éxito y que ahora está destinado a menores de 30 años, es importante porque, en primer lugar, cambió el enfoque de las políticas de empleo juvenil hacia la intervención temprana y el acercamiento proactivo a los ninis. También puso de manifiesto las posibles deficiencias en la prestación de servicios a los desempleados.
Como resultado, la mayoría de los servicios públicos de empleo han mejorado y ampliado sus servicios para los jóvenes.
En segundo lugar, las reformas en materia de aprendizaje y prácticas han contribuido a preparar mejor a los jóvenes para el mercado laboral y a crear las competencias pertinentes.
Además, ha aumentado la coordinación entre las políticas de empleo, educación y sociales.
Un problema multifactorial
Datos de la Encuesta Nacional de Empleo del INE, al trimestre junio-agosto 2022, muestran que las personas jóvenes que no estudian ni están ocupadas representan el 13,5% de la población entre 15 y 24 años; y, al desagregar por tipo de inactividad, se ve que la mayoría se encuentra agrupada como inactivos habituales, llegando a 179.436, mientras que en el caso de los inactivos potenciales son 65.679 personas para dicho semestre.
En otros estudios -sobre todo en Europa- el cálculo de NINI va desde los 15 años hasta los 29 años, por lo que se estima que en Chile habría más jóvenes en esta condición.
Si bien en Chile no existe una definición oficial de NINI, hay un amplio consenso entre expertos en referirse a ellos como aquellos jóvenes que no estudian, no trabajan y que tampoco están capacitándose para una plaza laboral.
Sin embargo, para la economista Andrea Repetto -quien ha estudiado a fondo el tema- esto no es equivalente a que estas personas no estén haciendo nada.
En muchos casos, dice, se trata de personas que tienen responsabilidades en particular dentro de sus hogares o que están buscando trabajo.
También es un fenómeno difícil de explicar bajo una sola interpretación. La economista afirma que el grupo de personas en esta situación es heterogéneo en distintas dimensiones.
"Algunos están ahí de manera transitoria, porque se graduaron del sistema escolar y se están preparando para seguir sus estudios o en busca de un empleo", comenta, añadiendo que otros están "en una situación más permanente, típicamente mujeres que cuidan a otras personas y que no tienen la perspectiva de cambiar su situación", asegura.
Por otro lado, según Repetto, también son heterogéneos en sus características socioeconómicas.
"Por ejemplo, es más frecuente entre las mujeres, en jóvenes que pertenecen a hogares de menores recursos y que muestran un menor desempeño escolar, y entre quienes tuvieron hijos en la adolescencia", sostiene.
Entre las razones que explicarían este fenómeno, Repetto menciona la falta de oportunidades en una serie de ámbitos: acceso a una buena educación, a la formación de habilidades socioemocionales, a las redes laborales, al acceso a cuidado de otros y "posiblemente" a un grado de discriminación que dificulta el acceso al empleo.
¿Hay soluciones?
Así como los factores de entrada son heterogéneos, para la economista también lo son las soluciones.
"Debemos facilitar el acceso a programas de cuidado de niños y niñas y de adultos dependientes, que es un factor muy marcado en el caso de las mujeres", comenta.
Añade que es necesario acompañar a los jóvenes en su transición de la escuela al trabajo, "pues no todos tienen el mismo acceso a redes de empleo y tampoco reciben mucho apoyo en comprender qué significa la vida laboral", dice, subrayando que reforzar los programas de aprendices puede ser una vía para solucionar este punto.
También estima que se debe dar un mayor énfasis en el sistema escolar a la formación de las habilidades blandas, como la responsabilidad, tolerancia a la frustración y perseverancia, las que son "útiles para muchos aspectos de la vida, no solo para evitar interrupciones en lo educativo y laboral".
Por último, dice que Chile debería apuntar a seguir trabajando en políticas que mitiguen la pobreza y el embarazo en adolescentes, además de proveer de acceso a salas cuna y al cuidado de personas con discapacidad, porque "ello facilitaría en particular la inserción educativa y laboral de mujeres jóvenes".
Desafío NINI: la iniciativa que intentó hacerle frente al fenómeno en Chile
Gerente general de Actitud Lab, Sebastián Errázuriz, estima que la cifra aumentó dramáticamente a alrededor de 708 mil personas.
Reducir en un 30% la población de jóvenes que ni estudian ni trabajan a 2020. Esa era la ambiciosa meta de Desafío Ninis, una iniciativa liderada por la empresa B chilena Actitud Lab, que fue lanzada en 2018.
A través de una metodología de vinculación, esta empresa genera y fortalece la formación de colaboradores y la relación de las compañías con sus comunidades, integrando los desafíos de sostenibilidad en el tejido social.
Según datos oficiales, en ese entonces la población NINI en Chile ascendía a alrededor de 545 mil personas, donde el 40% estaba concentrado solo en la Región Metropolitana y de clase media-baja.
Sebastián Errázuriz, gerente general de Actitud Lab, comenta que cuando presentaron el desafío en la Sofofa a mediados de 2018, señalaron algo por lo cual fueron cuestionados, pero fue casi una premonición.
"En ese minuto dijimos o nos hacemos cargo del problema social del país como empresas, o nos van a quemar Chile. Y después ya sabemos lo que pasó", recuerda Errázuriz.
Así, Desafío Ninis fue dado a conocer con la presencia de una gran cantidad de empresas y entidades gubernamentales, las que debían comprometerse a abordar una temática desde su sector para lograr la meta establecida.
Por ejemplo, el Ministerio del Trabajo se comprometió a reestructurar el Sence, enfocado en nuevas y mejores capacitaciones; el Ministerio de Educación a reformas al sistema escolar en el ámbito de desertores mediante escuelas de reingreso, y el Ministerio de Desarrollo Social a ir en "rescate" de los 77 mil desertores sin educación completa.
Por otro lado, Icare ofreció socializar los modelos de educación con participación de empresas con las compañías que forman parte y la Sofofa junto al Hogar de Cristo, reinsertar a la sociedad a 200 jóvenes que estaban en situación de calle.
Errázuriz recuerda que en un principio la iniciativa estaba siendo bien acogida, y con números motivantes: se estaba reduciendo el número de ninis entre un 3% y 5%, es decir, de los 545 mil a 528 mil jóvenes, una disminución sostenida.
Lo que dejó la pandemia
La llegada de la pandemia del Covid-19 cambió por completo el escenario y echó abajo todo el avance que estaban logrando. Es más, según sus estimaciones y en base a la encuesta Casen, Errázuriz asegura que la población de ninis aumentó dramáticamente a alrededor de 708 mil personas.
Debido al encierro y al difícil contexto económico varias empresas tuvieron que restarse de los apoyos y compromisos que habían suscrito.
Actualmente han impulsado otro tipo de programas como Protagonista -junto a Sofofa- para fomentar que jóvenes puedan conocer la experiencia de trabajar en una empresa, conocer su estructura y beneficios, y que personal de esa empresa vaya a conocer el colegio del joven con el mismo fin.
También buscan reimpulsar el desafío original. Para eso han presentado el proyecto a empresas del sector forestal y minero en busca de apoyo y financiamiento. Además, comenta que han tenido acercamientos con el Gobierno, pero quieren esperar un tiempo para presentar una propuesta "concreta".
Entre las soluciones a corto plazo que Errázuriz identifica para aminorar la brecha y reducir la población de ninis está generar incentivos al mundo empresarial para invertir e involucrarse de lleno en el tema, como incentivos tributarios. También impulsar prácticas técnicas-profesionales, y que empresas tengan que invertir en su entorno social al momento de recibir sanciones.
Si bien en Chile se han impulsado medidas como subsidios al empleo juvenil, no existe una política pública que ataque directamente el problema.
Un grupo de parlamentarios, eso sí, está impulsando un proyecto de ley que busca establecer que las empresas y entidades públicas de 100 o más trabajadores deban contratar al menos un 10% de personas de entre 18 y 28 años sin experiencia laboral previa.
Fuente: DF
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