Cómo opera el seguro de longevidad que toma fuerza en el debate previsional

En medio del debate previsional una de las ideas que ha rondado en el Gobierno es la creación de un seguro de longevidad, mecanismo que busca diversificar el riesgo de sobrevida de aquellos que viven más de 85 años.

Hoy existen dos propuestas sobre la materia. Una de ellas, apoyada por la DC, es la del ex superintendente de Pensiones y de Valores y Seguros, Guillermo Larraín, que postula crear un fondo de longevidad de reparto. El instrumento aportaría financiamiento a las pensiones desde los 82 años, en el caso de los hombres, y desde los 85 en las mujeres, variando según las expectativas de vida.

La segunda alternativa viene de otra ex reguladora de pensiones, Solange Berstein, quien dio a conocer su propuesta ante la Comisión Bravo. Ésta se basa en la idea de que, al menos hasta los 85 años, la pensión debería cubrirse con ahorro, mientras que la baja probabilidad de vivir sobre tal edad debe ser cubierta por un seguro. De acuerdo a la propuesta, se debe cotizar paralelamente en una cuenta colectiva un promedio de 1,4% del salario, lo que permite a los 65 años acceder al derecho de comprar una Renta Vitalicia que cubra el 70% de la pensión que correspondería de acuerdo al ahorro. Según Marco Morales, académico de la UDP que trabajó la propuesta de Berstein, la propuesta permitiría mejorar las pensiones en hasta 25%.

Implementación

El principal desafío para la implementación de este mecanismo, es elevar las pensiones en lo inmediato. Según Morales, una alternativa para la transición sería destinar dos puntos porcentuales de los cinco que subiría la cotización previsional obligatoria, a este seguro de longevidad. La diferencia positiva de 0,6 puntos porcentuales (considerando que el instrumento requiere de 1,4% del salario) iría a un fondo de solidario intergeneracional, que financiaría los seguros de quienes no alcanzaron a aportar a este fondo completo.

Respecto al stock de pensionados, hay que analizar "regalarles el seguro", dice Morales. Esto a través de un sistema de reparto, pero que se acabará conforme se extinga también este grupo pensionados. En el caso de quienes tienen más de 85 años, habría que financiar el seguro en su totalidad. A los que no han llegado a tal edad, la póliza de longevidad les ayudaría a mejorar las pensiones. Esto, porque tanto en retiro programado como en rentas vitalicias, el obtener el bono les permitiría recalcular sus pensiones en menos años, aumentando los montos en los años previos a la edad en que comenzará a regir el seguro de longevidad.

Según Morales, esto tendría un costo inicial para el Estado de medio punto de cotización por persona, es decir, unos US$300 millones. Pero a diferencia de la propuesta de Larraín, dice, ésta se extingue, mientras que la otra al funcionar como reparto, crecerá considerando el factor demográfico en que cada vez son más los pasivos que los activos.

Al igual que la propuesta de Larraín, el seguro de longevidad podría ser administrado por una entidad estatal o bien, licitarse en la industria privada para todo el grupo, lo cual rebajaría el costo de administración según Morales.

De atreverse Chile a implementar esta medida, el país sería pionero en el mundo. Hoy existen algunas coberturas similares en Singapur y algo similar operó en Inglaterra. También en Canadá se evaluó un sistema voluntario privado, pero no prosperó. Según Morales, en Chile las condiciones están dadas. El único obstáculo que podría presentarse, es la dificultad que tienen las aseguradoras de invertir en instrumentos de largo plazo, que permitan cubrir pensiones por al menos 20 años. De este modo, el seguro de longevidad exige el desarrollo de un nuevo mercado de bonos de tesorería de largo plazo, o a la emisión de bonos de longevidad por parte de las aseguradoras, que hasta ahora no han tenido éxito.

Fuente: Pulso