Vicente Caruz: "Los empresarios tenemos mucha responsabilidad en esta crisis"
Cercano a la Democracia Cristiana (DC), el exsocio del Banco del Desarrollo afirma que el conflicto social tiene que ver más con temas valóricos que exige de la sociedad chilena y que el sector empresarial debe jugar un papel importante en la solución de fondo de las demandas. "Muchas cosas están relacionadas con el sentimiento de abuso y por eso surge la palabra dignidad", sostiene.
Fuente: Diario FinancieroPublicado el 25 de noviembre de 2019.Vicente Caruz es un especímen raro en el mundo empresarial. A diferencia de buena parte de sus pares, su domicilio político está en la centro izquierda. Cercano a la Democracia Cristiana (DC), -en especial a la familia Frei-, fue uno de los pocos actores de la élite que apoyó públicamente a Michelle Bachelet en su segunda aventura presidencial.
Caruz fue uno de los socios que hace 40 años fundaron el exBanco del Desarrollo, proyecto en el que participó un grupo de empresarios cercanos a la DC y que contó con el apoyo de la Fundación para el Desarrollo, ligada al exCardenal, Raúl Silva Henríquez.
A través de Inversiones Norte Sur, el holding financiero creció como espuma en los 90' y los 2000, tanto que principal activo, el Banco del Desarrollo, fue vendido en US$ 1.000 millones a Scotiabank en 2007.
Tras la operación, poco a poco los socios de Norte Sur fueron separando aguas y Caruz se fue diluyendo en la propiedad (mantiene un 5%).
Ahora, tiene un nuevo proyecto de negocios denominado "Redes", que mezcla el desarrollo tecnológico, la inversión sustentable en alianza con diversos socios estratégicos en distintos sectores.
Instalado en su oficina en Providencia analiza la contingencia y el estallido social que se inició hace poco más de un mes.
-¿Le sorprendió lo que ocurrió desde el 18 de octubre en adelante?
-Chile tenía escondido un malestar y el golpe que recibimos ha sido enorme, con una violencia extrema que nunca había visto. Sin embargo, las crisis si bien son complejas, se deben abordar y encontrar soluciones adecuadas, porque al mismo tiempo generan oportunidades enormes.
Transcurrido este mes creo que lo que queda es un gran activo: la gran mayoría de las personas se dieron cuenta que esta expresión popular que se ha manifestado exigiendo dignidad es aceptada por todos los chilenos mayoritariamente.
-¿En qué falló el país?
-Uno de los grandes temas de la sociedad chilena -y por eso fue tan valioso el aporte de la exConcertación-, fue que había un proyecto común, que fue muy exitoso. Sin embargo, ese éxito no fue acompañado de un desarrollo más integral y equilibrado, porque he visto que una de las grandes peticiones de la ciudadanía es la dignidad.
El éxito económico, el progreso de las familias, la mejor educación, la tecnología, el empleo y la infraestructura ocultó estos malestares de nuestra sociedad que son valóricos.
Además, hubo un tema de expectativas porque el progreso era tan evidente que todos queríamos ser parte de él y eso no ocurrió con todos. Siempre he pensado que es una de las razones de este malestar profundo.
-¿Entonces, la raíz del problema es el modelo económico y no la política?
Un país que tiene 30 años de estabilidad económica y crecimiento pero mantiene desigualdades, refleja una situación muy especial, única y difícil de mantener. Como decía, las expectativas que se crearon supusieron que podríamos vivir otro período igual de crecimiento y naturalmente la gente dice: "yo quiero ser parte de esto también". Pero eso no ocurrió.
Si se analizan las demandas ciudadanas surgen cuatro grandes temas que necesitan las personas: mayor y mejor empleo; seguridad ciudadana y social, en especial las pensiones; salud; y la educación.
Lo anterior no debiera causarnos tanta sorpresa ya que en la crisis financiera de 2008-2010, la Unión Europea hizo una encuesta entre los ciudadanos de la comunidad para que indicaran cuáles eran sus principales necesidades ¿Cuál fue la respuesta? Las mismas que exigen los chilenos.
-¿Y cuál es el grado de responsabilidad que tiene el sector empresarial en esta crisis social?
-Todos tenemos una cuota de responsabilidad: empresarios, funcionarios públicos, políticos, dirigentes locales, sindicales. Pero también, dada la relevancia que tiene el sector empresarial, porque ha sido importante para el desarrollo de este país, tenemos una responsabilidad grande.
Eso sí, hay que ser bien objetivos. Cuando uno hace un diagnóstico para saber cuál es la causa de la muerte no va a encontrar quién es el autor de ésta. Entonces, creo que efectivamente todos los empresarios tienen una gran responsabilidad, haciendo la diferencia de que hay de todo tipo y hay muchos muy comprometidos con el desarrollo.
El sector empresarial no es homogéneo, pero pienso que al igual que muchos otros actores, tenemos responsabilidad en esto y hay que asumirla.
-¿Cree que los casos de colusión o el financiamiento irregular a la política que terminó con "castigos" como clases de ética alimentan una sensación de abuso en la ciudadanía?
-Sin duda que eso produce un rechazo generalizado. Pero esos son casos súper específicos y está muy bien que se sancionen. Creo que no se puede generalizar pero también es cierto que esos casos son emblemáticos y conocidos por todo el mundo y que tuvieron muchos efectos.
Algunos casos efectivamente fueron abusos y es por eso que este conflicto social tiene mucho de cosas valóricas, a lo mejor mal expresadas, pero muchas cosas están relacionadas con el sentimiento de abuso y por eso surge la palabra dignidad.
Esto va más allá del pliego petitorio económico y para un país es un gran paso. Es lamentable que lo hayamos logrado de esta manera, pero lo importante es que el país tenga una base para construir un proyecto de futuro.
-¿Qué rol jugarán los empresarios en este proyecto de futuro?
-Un papel muy importante. Aquí hay dos etapas: la primera es salir de la situación de emergencia y serenar los espíritus para luego ir a los problemas de fondo.
Los empresarios tienen un rol vital en la solución de los problemas de fondo y la empresas tendrán que ser mucho más sociales.
El objetivo de la empresa debe ser crear un valor compartido. Nadie desconoce el legítimo derecho a tener una rentabilidad sobre las inversiones, pero hay rentabilidades normales y aceptables pero hay otras que son excesivas.
-¿Usted cree que alguna industria en particular debiera tener rentabilidad con algún tope?
-Esa parte de la normativa es compleja, pero creo que debiera haber un acuerdo sobre el futuro.
Este golpe que hemos vivido todos nosotros hay sido fuerte y nos ha dejado una enseñanza que tenemos que capitalizarla y aplicarla porque no habrá empresa, ni desarrollo empresarial en un país desequilibrado o inestable.
La primera condición para el desarrollo de una empresa es tener un horizonte más o menos claro y eso se logra con un equilibrio, evitando los abusos, las indignidades y compartiendo los resultados.
-¿Cómo pueden generar valor compartido las industrias que no son extractivas ni afectan el medio ambiente de una región?
-Pongo el ejemplo del Banco del Desarrollo. En toda su vida tuvo una súper buena rentabilidad, en torno al 15%, que para nosotros era razonable, porque nos permitía tener acceso al crédito internacional y tener los socios extranjeros que tuvimos. El resto de la rentabilidad la invertimos y tuvimos la mejor plataforma de pequeñas empresas que existió en la plaza y fue un éxito.
Esas son inversiones con sentido social, porque estás invirtiendo parte de tu rentabilidad, en microempresas que son más riesgosas. Entonces, eso es valor compartido.
Nueva Constitución
Quienes conocieron a Caruz en sus tiempos de banquero reconocen en el empresario una gran capacidad de negociación y de establecer alianzas, no sólo con la Iglesia, sino que también, con socios extranjeros como el banco francés Crédit Agricole y el italiano Intesa San Paolo.
"Nunca mostraba todas sus cartas, era muy ladino", dice un exbanquero que trató con Caruz.
Por eso, al ser consultado sobre cómo votará en el plebiscito sobre la nueva Constitución responde: "Creo que la Constitución si bien es importante, más bien es un paradigma de un cambio y de un proceso de renovación", afirma.
-¿Reaccionó a tiempo la política?
-Creo que afortunadamente la política dio un paso al frente en una de las mayores crisis que hemos vivido. Supieron escuchar, discutir y aprobar algunas soluciones de salida, como esta reforma constitucional de la cual no hay que pensar que con ella se mejorará la salud o las pensiones.
Hay que agregar un elemento importante en esta crisis: a Chile lo pilló en momentos en que se le habían venido abajo sus instituciones como la Iglesia Católica, el Ejercito, Carabineros...que eran las instituciones de referencia.
-Entendiendo que votará por el "Sí", ¿por cuál opción se inclinará, por la convención mixta constitucional o convención constitucional?
-La verdad es que es que no me he dedicado a leer y a estudiar bien cuáles son las grandes diferencias que existen entre una y otra porque hay que pensar que el Parlamento también fue elegido por un voto popular. Me parece que desde el punto de vista de representatividad no hay una gran diferencia.
Yo pienso que no podemos liquidar la política y Chile necesita a los políticos. Todavía no tengo una opinión, pero me parece que no hay gran diferencia desde el punto de vista de lo que se quiere al final.
-Usted habló de la caída de los referentes. ¿Ha notado una ausencia de la Iglesia en esta crisis?
-Sí, porque la Iglesia está en crisis desde hace tiempo. Los obispos y arzobispos que teníamos antes tenían una palabra que era súper considerada y jugaban un rol de líderes.
-¿Y cómo ha visto el rol de la DC en esta coyuntura, intentando llegar a acuerdos con el Ejecutivo?
-Ha jugado un rol importante en este último tiempo, más allá de los cálculos políticos que afortunadamente espero no los tenga. Ha pensado en lo que es más útil al país y ha sido fiel con toda su historia pasada, porque cuando practicó ese principio tuvo mucho éxito y desarrollo.
La DC siempre ha sido un partido de centro, ni de izquierdas ni de derechas.
Fuente: Diario Financiero