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Pensiones: Estudio critica viabilidad de esquemas de reparto en Chile

Estudio postula la potenciación de planes especiales y de los beneficios actuales para los pensionados más empobrecidos, como alternativa más equitativa y eficiente

Publicado el 11 de mayo de 2015.

Un estudio encargado por la Asociación de AFP al profesor de Economía de la Universidad Católica, Salvador Valdés, explica las razones de la inviabilidad de los sistemas de reparto en Chile y postula la potenciación de planes especiales y de los beneficios actuales para los pensionados más empobrecidos, como alternativa más equitativa y eficiente.

Ello en el marco de la discusión sobre la eventual conveniencia de crear un esquema de estas características en el país, y que ha sido consignada como una de las ideas a debatir en el proceso de creación de propuestas de reforma que emanen de la Comisión Asesora Presidencial en Perfeccionamientos al Sistema de Pensiones, o "Comisión Bravo".

Tras un análisis de la experiencia de países desarrollados, Valdés concluye que "si un país requiriera apoyar a la generalidad de las personas en tercera edad, y decidiera ampliar un plan de reparto con ese fin, siempre resultaría más equitativo (y eficiente) hacerlo por medio de aumentar los suplementos 'no contributivos' (como los que emanan del pilar solidario) focalizados hacia los sectores más pobres de la tercera edad, que ampliar o crear un plan de reparto, que es siempre regresivo".

Ello porque, según su análisis, mientras en los sistemas de capitalización (como el de AFP chileno) todas las contribuciones obligatorias son destinadas a fondos de pensiones, cuya tarea es resguardar los recursos y ganar intereses para los trabajadores cotizantes; en los planes obligatorios de reparto "las cotizaciones de este mes se destinan a pagar las pensiones de otros, en concreto, de quienes ya están pensionados en este mismo mes o año, sin destinar recurso alguno a un fondo de pensiones".

Valdés, ex asesor senior del Ministerio de Hacienda, añade que "al gastarse de inmediato la recaudación, no hay fondo de pensiones en el reparto puro, es decir su monto es cero. Por ello no hay intereses, y al no haber intereses que suplementen las pensiones, éstas son menores que en capitalización, para la misma cotización".

Incluso cuando la masa salarial chilena estabilice su crecimiento desde 2025, y cuando eventualmente un sistema de reparto mitigue su actual desventaja respecto a la capitalización, Valdés no cree que supere en atractivo a la capitalización.

Su argumento está en la experiencia de Suecia. Allí, dice, "cada trabajador debe cotizar simultáneamente a dos sistemas, uno de reparto y otro de capitalización. Según las proyecciones oficiales para 2065, la ausencia de intereses hará que el plan de reparto pague pensiones 43% menores de las que pagará su plan de capitalización, para una misma tasa de cotización y operando en el mismo país". Esta es, concluye Valdés, "la desventaja del reparto maduro", y que constituye la otra cara de un sistema que efectivamente es capaz de levantar enormes recursos en un inicio, para ayudar a una generación en la tercera edad, que es desafortunada en relación a los trabajadores activos.

Falencias del reparto

La primera propuesta de reparto que analiza Valdés es la idea de sumar cotizaciones obligatorias a un nuevo plan de estas características.

Bajo su perspectiva, esto solo crearía un " tsunami fiscal", al dotar al Gobierno de un gran excedente de libre destinación, "cuya contrapartida es la creación de un impuesto sobre los trabajadores activos y jóvenes de igual magnitud".

Desde su punto de vista, esto es "inequitativo e ineficiente", y de acuerdo a la experiencia del Social Security de Estados Unidos (en la fase 1940-1960) y de Suecia desde 1959, "induciría a una dinámica tendiente al populismo fiscal, la caída del ahorro y menor salarios, es decir, que tendría efectos macroeconómicos negativos duraderos", agrega el experto.

Salvador Valdés también descarta como viables otras opciones, como la de aumentar las cotizaciones para financiar una pensión nueva para la "cuarta edad", es decir para los mayores de 85 años, o permitir a cada afiliado cambiarse a un plan de reparto contributivo. Afirma que comparten los defectos del reparto contributivo y no abordan los desafíos generados por la creciente longevidad.

Fuente: El Mercurio

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