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Rodrigo Valdés: “Temo que la administración del 4% se convierta en una mercantilización excesiva del sistema”

-El ex ministro de Hacienda analiza a fondo el proyecto de reforma previsional del gobierno. Dice que se puede estar creando un supermercado de la seguridad social, que, a su juicio, “no resulta”. -Eso sí, estima que es una propuesta interesante para negociar y elevar un 5% la cotización.

Fuente: Pulso La TerceraPublicado el 12 de noviembre de 2018.

Activo está el exministro de Hacienda Rodrigo Valdés con el proyecto de pensiones: ha opinado en varios foros, está asesorando a algunos congresistas, es parte de la comisión ad hoc de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), mañana será orador principal de un seminario organizado por la oposición en el Senado, y está encabezando algunos proyectos académicos sobre el mismo tema, desde la vitrina que le da ser profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica.

¿Por qué este afán en un tema que hace cinco años no estaba en su radar? Admite que quedó con “la bala pasada” de su etapa de ministro cuando presentó un proyecto que cambiaba algunos ejes del sistema previsional agregando el Consejo de Ahorro Colectivo (CAC) y un fondo solidario intra e intergeneracional. “No sé si llamarlo obsesión, pero sí tengo un interés en tratar de que esto funcione, porque le pusimos mucho empeño en el gobierno anterior. En esa etapa fui descubriendo que este tema es muy urgente, y mientras más pase el tiempo corremos el riesgo de terminar con soluciones subóptimas o lejanas a lo que la racionalidad aconseja, y que terminen siendo o excesivamente riesgosas desde el punto de vista fiscal o con malos incentivos, o injustas”, admite.

También reconoce que la luz de alerta fue encendida por el movimiento No+AFP, que ha obligado a todos los actores a un diagnóstico y a un debate más fino entre los polos sistema de reparto versus sistema de capitalización individual.

¿Esta reforma permite decir que hay acercamientos entre esos dos polos?

– Tiene de eso, pero aún es completamente insuficiente para ser viable. Pero percibo buena voluntad en el gobierno para negociar algunos temas y creo que ha ido cediendo en cosas algo más heterodoxas, pragmáticas, de cambios al modelo que hace cinco años eran impensables…

¿Como cuáles?

– Por ejemplo, que es necesario que la sociedad destine algunos recursos a apoyar a las personas que contribuyeron al sistema y no son pobres, como la clase media y las mujeres; también mencionaría el seguro de lagunas y el de longevidad. El solo hecho de que se proponga elevar la cotización con cargo al empleador en un 4% es un avance muy sustancial, bien distinto de la discusión de hace años.

Pero el proyecto del gobierno anterior hablaba de un 5%, esto sería menos…

– El número final está por verse; hay que considerar que a cualquier país le cuesta subir la cotización, porque ello tiene consecuencias en empleo, en salarios, los costos de las empresas aumentan. Hoy, el punto es más pacífico, porque hemos caminado en esta senda de diálogo. Pero recordemos que la Comisión Bravo se partió en dos grupos con visiones muy distintas.

Habló de soluciones subóptimas, ¿cómo calificaría este proyecto?

– Estamos lejos del óptimo. A la propuesta del gobierno le sobran algunas cosas y le faltan otras cosas, que no me dejan tranquilo desde el punto de vista técnico ni político. Pero al mismo tiempo pienso que esta misma discusión, en cinco años más, con más gente con pensiones insuficientes, va a ser peor, por eso es urgente avanzar. Esta no va a ser la última reforma, Chile tendrá varias más en los próximos 50 años, y más vale que comencemos.

En más detalle, ¿cuáles son las cosas que, a su juicio, sobran en esta reforma?

– Desde lo técnico, la solución que se le da a la administración del 4% extra no es buena, y desde el punto de vista político creo que no va a congregar votos, eso ya se percibe. Desde lo puramente técnico puedo decir que temo que esta idea pueda convertirse en una mercantilización excesiva del sistema, y que termine fácilmente en lo que tenemos hoy con los planes de isapres.

Multiplicidad de planes que el propio gobierno quiere cambiar con un proyecto anunciado…

– Por eso digo “técnicamente”, porque un supermercado en seguridad social o salud no resulta. El proyecto supone que todos los ciudadanos tenemos algo así como un máster en finanzas y no es así, se le está poniendo una carga a la gente para tomar decisiones que ya es excesiva. Veamos la experiencia de otros países: en Suecia, una parte de la cotización va a un sistema privado donde hay libre competencia con cientos de administradores, en el que incluso ha desaparecido plata por robos, y están bastante desesperados viendo cómo acotarlo. Cuando no hay muchos actores hay un gran riesgo de falta de robustez del sistema y en esto las AFP lo hacen bien y hay que cuidarlo.

¿Pero ese 4% extra debe ser administrado por otras entidades, o plantea que sean las mismas AFP?

– Aquí hay un argumento técnico profundo: si el portafolio es igual que lo que administran las AFP, es más eficiente que lo hagan ellas mismas y otras nuevas, pero eso es completamente inviable en términos políticos. En cambio, si es un portafolio distinto, más ilíquido para invertir en activos alternativos, con multifondos preasignados por edad, sin que los cotizantes deban tomar decisiones, ese extra podría ser administrado de una forma completamente distinta a las AFP. Más alejado de una mesa de dinero y más parecido a una estructura de inversiones de largo plazo y pasivo. Políticamente hablando, ese extra del 10% debe estar en una canasta distinta a las AFP para que el proyecto no sea visto como más de lo mismo. Creo entonces que hay un espacio para buscar acuerdos.

¿Y por dónde iría ese acuerdo? ¿Algo parecido al CAC que propuso su proyecto?

– Hay varias experiencias, no tiene por qué ser 100% estatal, porque entiendo que eso no es tragable para el gobierno actual, pero esas soluciones deben investigarlas y conversarlas los protagonistas y no los técnicos en entrevistas.

Cuando usted habla del supermercado da por hecho que el cambio funcionará, ¿cree que las personas van a preferir pagar una comisión extra para que les administren ese 4% si las AFP lo harán sin cobrar?

– Es posible que la solución termine siendo que solo las AFP administren ese extra, porque a nadie más le interese o los cotizantes no quieran pagar. Por lo tanto, tiene poca viabilidad, porque se ha prometido un sistema reformado y ese no lo sería. Creo que hay razones técnicas para probar algo distinto para ese 4% o para un 5%, porque creo que vamos a terminar más arriba de 4%.

¿Cree que el 4% es un piso, para negociar después en el Congreso?

– Valoro la propuesta del gobierno, porque toma muchos aspectos de la propuesta de la Presidenta Bachelet, y porque no parece tan rígido. Creo que la única línea que el gobierno no cruzará es que las cotizaciones pertenecen a las personas, o sea, no va a hacer algo que parezca reparto. Es un proyecto interesante para negociar y en ese sentido creo que el 4% parece poco y ya se aprobó un 5% transversalmente (en el proyecto anterior), y porque aun cuando se piense que las cotizaciones son individuales, con ese puntito extra se podría hacer algo interesante diseñando seguros o apoyando el ahorro voluntario. No hay una línea roja, no lo veo algo tan radical y políticamente complejo que se eleve a 5%, como sí la veo en la idea de que el 4% sea manejado por un sistema tipo supermercado.

Reforma tributaria e impacto fiscal

¿El 5% es el tope máximo que se puede aumentar y con cargo a quién?

– Después discutamos aumentarlo más, quizás se puede recurrir a un comité técnico que vaya viendo eso. En la Ocde, dos tercios de la cotización son cargo del empleador, y un tercio del trabajador; dicho eso, en economía hay algo que se llama incidencia, y quién hace el cheque importa en el corto plazo, pero en el mediano y largo plazo se van acomodando las utilidades, los salarios, de modo que se comparte de una manera inescapable.

En ese sentido, ¿qué le pareció el informe de productividad del gobierno que señala que la reforma puede impactar en 52 mil empleos menos y en una caída de 1,5% de los salarios?

– Junto al informe financiero (IF), el informe de productividad es un buen ejercicio de transparencia, y que lo contrasto con lo que vi para el proyecto de Reforma Tributaria (RT), que no llegó a estos estándares.

¿Está de acuerdo con la cifra de 52 mil empleos?

– Es difícil estar seguro. Hablar de 52 mil empleos no me parece fuera de foco, pero podrían ser 70 mil o 30 mil…

¿En su proyecto de pensiones la pérdida de empleos era mucho más alta, sobre los 300 mil?

– Mostramos un rango amplio. Ahí cometimos un error de poner a disposición un rango excesivamente amplio de estimaciones. El efecto probable de esa reforma no era mucho mayor que el de esta.

¿Qué le pareció la gradualidad propuesta para ir elevando la cotización?

– La gradualidad en número de años me parece correcta, pero muy incorrecta en el hecho de que algunos años va ir subiendo más rápido que otros, ¡y justo los años de este mandato van más lentos!; un mínimo es que el aumento sea lineal y que todos asuman lo mismo. Es bien injusto, en el fondo, tener un éxito político dejándole el costo a otro gobierno.

Respecto del financiamiento, ¿dónde están las mayores preocupaciones?

– El gobierno se dio una vuelta de carnero bien notable en el diagnóstico de lo fiscal, porque pasamos de estar en una situación muy estresada, donde con muy pocas razones fueron extremadamente críticos de la administración anterior -ahora yo soy parte involucrada y tengo cierto conflicto de interés en lo que digo-, y de repente resulta que hay US$ 3.500 millones de holguras en el mediano plazo. No ha pasado mucho en Chile en los últimos nueve meses para decir que esa holgura no existía antes.

¿Quedarán holguras después de destinar esos US$ 3.500 millones a pensiones?

– Si hay un gasto comprometido es lo que esta ley va a dejar. Creo que el gobierno abrió una compuerta, una caja de Pandora en torno a que fiscalmente se puede abordar todo este desafío, ya que por razones ideológicas desechó la posibilidad de usar las cotizaciones para proveer algo de financiamiento. El riesgo de este proyecto, y que me preocupa, es el usar platas de rentas generales para ir en apoyo a la clase media. Este concepto es para países con cargas tributarias mucho mayores que las nuestras. Por lo tanto, lo que vamos a tener es una presión año a año, en cada Presupuesto, para cambiar un poquito un parámetro para que la ayuda a la clase media aumente. Cuando el financiamiento proviene de rentas generales “paga Moya”. ¡Pobre ministro de Hacienda de unos años más!, pero ya se abrió esa compuerta.

¿Por eso lo llama caja de Pandora?

– Tiene muchas implicancias: por un lado, no se va a poder gastar en otras cosas, es tanta la plata que prácticamente se van a usar todas las holguras de los próximos años. Y por otro, hay que preguntarse qué pasará con los impuestos y la recaudación, porque ahora sí que tenemos que estar seguros de que la RT no baja la recaudación, y ojalá que la aumente.

¿Es decir que ambos proyectos están irremediablemente ligados?

– Hay que ver bien las compensaciones. No puede ser que nos juguemos a la apuesta de la boleta electrónica, parece excesivamente arriesgado desde el punto de vista fiscal. Si el gobierno insiste en integrar en base a retiros, habrá que buscar compensaciones que sean de la misma magnitud y que ojalá las paguen los mismos segmentos que serán beneficiados.

¿Es posible entonces subir el tramo del global complementario de 35% a 40% como lo ha propuesto el presidente de la CPC?

– No es suficiente subirlo a 40%, porque eso recaudaría menos de US$ 300 millones. Habrá que buscar más, dado que vamos a gastar muchos recursos en pensiones en los próximos años.

¿Cree que en algún momento, con los dos proyectos en trámite, se mezclen?

– Sería muy malo mezclarlos por completo, pero sí hay que ponerse de acuerdo en principios, porque una reforma condiciona a la otra. Creo que el gobierno está empezando a tener demasiadas pelotas en el aire, y si algo puedo sacar de conclusión de mi experiencia, es que eso dificulta mucho la eficacia y eficiencia política. Entonces, cuando ya se habla de que viene una ley de isapres y otra de modernización laboral, vamos a terminar con muchas reformas en forma simultánea y se corre el riesgo de que no terminen bien o no puedan salir.

¿Ve difícil que el gobierno salga airoso en 2019 con estas reformas?

– Creo que se pueden aprobar algunos proyectos, pero no todo al mismo tiempo. Se necesitan ciertas luces de cómo es el trencito, qué primero, qué después.

“Como ahora hay un poquito de neblina, el BC debe ser más cuidadoso”

¿Qué le parece el bajón de expectativas que está revelándose?

-El gobierno no ha logrado llenar las expectativas que existían respecto de una agenda pro crecimiento, y eso ya lo hemos visto en Argentina con Macri y en Brasil con Temer. Se necesita de parte del gobierno y de la centroderecha una convicción más grande de mover esa agenda, que le pongan más pino y acompañen lo que está tratando de hacer el ministro Valente (José Ramón, de Economía), el cambio del SEA, entre otros. Veo que las cosas se anuncian y no pasa mucho más. El ministro Valente tuvo que adelgazar el proyecto de productividad para poder avanzar políticamente, pero a lo mejor eso no era necesario si es que hubiese habido un esfuerzo de gastar capital político en serio por parte del gobierno.

¿Solo por la agenda se han desinflado las expectativas?

-También hay un ciclo económico internacional, la región ha estado regular, la política macro nuestra no es tan expansiva, el gobierno está haciendo su ajuste, y todo influye. Yo no voy a decir que lo externo no importa, es importante y estos meses ha sido un poco peor. Pero tampoco estamos en una situación para tener pánico.

¿Usted también ajustó sus proyecciones?

-Las cosas han ido bastante menos bien de lo que esperaba. Hace ocho meses suponía que un crecimiento en torno a 4%-4,5% e incluso más era perfectamente alcanzable este año, y un 4% el próximo año, también. Hoy día ese escenario se ve mucho más difícil. También esperaba que la inversión creciera mucho más, no era nada raro ver un crecimiento de este factor entre 15% a 20% en un año de recuperación, pero ahora estamos lejos de ello. Hay datos que llevan a pensar que la economía no retomó el ritmo que se había esperado.

En este peor escenario, ¿qué le parece la decisión del Banco Central (BC) de empezar la normalización de la política monetaria?

-Veinticinco puntos base más o menos no hacen gran diferencia, pero sí creo que el discurso previo hacia allá fue más rígido de lo necesario. Pero ya se salieron de ese discurso, y estamos de nuevo en un momento de que hay manejar considerando que hay neblina…

¿Cómo así?

-Como ahora hay un poquito de neblina, el BC debe ser más cuidadoso con su comunicación y movimientos. Cuando el BC hizo su comunicación anterior era correcta para un momento con poca neblina o nada…

¿O sea fue demasiado optimista?

-Más bien fue demasiado convencido de su escenario, que también era mi escenario, pero empecé a abandonarlo antes. Ahora, capaz que tengan razón y la economía acelere y, por tanto, puede que siga el alza de tasas, no hay que descartarlo; pero no hay para qué jugarse tanto en poner las fichas.

¿Se estaba amarrando de manos con el itinerario?

-Sí, completamente con la última alza de tasas. Pero eso ya pasó y fue un shock de política monetaria pequeñito, y ahora borrón y cuenta nueva. Con su último comunicado no tengo ningún problema.

Por otro lado, ¿qué le pareció el aumento del gasto público en 3,2% para 2019?

-Primero que nada debo decir que cuesta mucho entender el Presupuesto, porque hay dos cifras de gasto 2018 para calcularlo, una se usa para el déficit y otra para el crecimiento del gasto. Ahora parece que cambiaron las proyecciones de los ingresos. Hay demasiadas partes móviles en esta discusión y eso es un problema. Debe haber un escenario base para todo.

¿Esta es la primera vez con varios escenarios base?

-De lo que estoy seguro es que mientras yo fui ministro había una misma cifra base para calcular el déficit y el gasto para el siguiente año, y hoy no sabemos cuán restrictiva está siendo la política fiscal, porque hay dos cifras.

A esto se suman las dudas por los gastos comprometidos, y el informe financiero del proyecto tributario, ¿qué consecuencias puede tener?

-Mientras más se repitan estas situaciones, más se dificulta un diálogo constructivo. Es muy importante mantener la discusión fiscal lo más lejos posible del tema partisano…

¿Y este gobierno lo ha logrado?

-No, no lo ha logrado. Hay que tratar de minimizar estos problemas, porque son ruidos innecesarios y cuando tenemos un proyecto de pensiones tan grande debemos estar súper seguros y estar todos bien tranquilos con todas las cifras.

Fuente: Pulso-La Tercera

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